Por José Enrique Villén Pérez
María, sin duda alguna, debe de estar en el centro de nuestras vidas, porque teniéndola en nosotros cada día y siguiendo su ejemplo patente, seremos siempre seguidores de Cristo, auténticos hijos de Dios y hermanos buenos del prójimo en nuestra sociedad.
María con su servicio y entrega a Dios y por medio de su SÍ, la humanidad entera fue redimida por el Amor de los Amores, Ella lo cuidó, como nos cuida a nosotros y creyó en su palabra como primera Cristiana, como cuando contemplaba su Obra lo guardaba en su Corazón y lo meditaba con Amor.
Y en el momento de la Pasión, María estuvo junto a Cristo con una fuerza ejemplar y como muestra de eterno Amor, mientras el Hijo expiraba, Ella se hacía Madre de toda la humanidad. Y desde entonces nos protege y bendice, dónde en su regazo nos cobija y nos aparta de todo mal.
Sigamos su ejemplo, porque María es el camino que nos lleva a Cristo. Digamos Sí a Dios y a nuestra Fe, como Ella, tengámosla presente en nuestras vidas. Porque amigos, sin Dios, sin Cristo, sin el Espíritu y sin María, nuestras vidas NO tienen sentido. Porque no sólo que si existen, sino que por Ellos es que vivimos y con Ellos la Felicidad está asegurada.
Abril de 2010
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