XIV Congreso Católicos y Vida Pública

XIV Congreso Católicos y Vida Pública
XIV Congreso Católicos y Vida Pública. Madrid 16, 17 y 18 de noviembre de 2012

jueves, 25 de marzo de 2010

Palabras en esta Semana Santa


PALABRAS DE JESUCRISTO EN ESTA SEMANA SANTA



A.1.- Haced esto en conmemoración mía (Eucaristía)
Jesús dijo: Este es mi cuerpo...Esta es mi sangre...
Así pues, en la Eucaristía estamos celebrando el mismo sacrificio, eso sí no sangriento ni cruento, del ofrecimiento como víctima redentora para toda la humanidad. Si, además, todos los participantes nos unimos a Él, somos hermanos de Cristo en tan excelsa alabanza al Padre.
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A.2.- Lo que has de hacer, hazlo ya.
¿Cuántas veces nos hemos sentido traicionado: un amigo, un familiar, un compañero de trabajo. Entonces, nuestra indefensión se hace tristeza. Tristeza de vernos no queridos; tristeza ante el comportamiento del otro...
Recuerdo en una ocasión que algo similar viví, y, después de algún tiempo, pude decir: Lo que ha hecho, lo tuvo que hacer.
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A.3.- Señor, si es posible que pase de mí este cáliz.
Miedo y pánico.
Un hombre grita en la oración de la noche iluminada por la luna llena. Sangra de pavor y como ser humano rechaza todo el dolor que intuye.
Jesús, como todos nosotros, no somos masoquistas; así pues, buscar el dolor por el mismo dolor, está fuera de la concepción cristiana.
He oído a personas preguntar: ¿Por qué me ha pasado esto a mí?.
Estoy segura que a lo largo de la vida, ante un acontecimiento que nos surge, levantamos la mirada y en ella está el ruego de: Señor, si te es posible que pase de mí este cáliz.
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A.4.- Hágase tu voluntad y no la mía.
Cuando Jesús acepta voluntariamente la pasión, está totalmente tirado sobre el suelo.
Esta es la diferencia entre el cristiano que se resigna porque no le queda más remedio, que el cristiano que se abandona (tirado sobre la tierra) a la voluntad de Dios.
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A.5.- Tú lo has dicho, yo soy.
Lo están interrogando: ¿Tú eres el Mesías?.-
Hoy en día y más que nunca no debemos tener miedo de decir que somos católicos, que somos hijos del Dios Vivo, que somos Hijo de la Iglesia: Tú lo has dicho, lo soy.
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A.6.- Si he mentido dímelo; si no, ¿por qué me pegas?.
Muchas veces he visto los desmadres que el ser humano puede cometer ante personas coherentes. Y observo que ahora, en España, están pegando no con una vara, ni con un látigo, sino con palabras malintencionadas que desean ridiculizarnos. Hay Herodes que se burlan de nuestra Fe, de nuestra Esperanza y, sobre todo, de nuestro Amor. Así pues, ¿Por qué nos pegan?
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B.1.- Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen
Jesús remite al Padre. Seguramente que si lo hubiera hecho de su propia cosecha: Yo os perdono... sería un irracional y un blandengue. ¡No, Jesús remite al Padre para que este los perdone pues, en verdad, qué pobreza existió y puede que aún exista!. Jesús no se apropia el posible protagonismo que pueda llevar el perdonar. Y me atrevo a decir que como seres humanos no podemos perdonar. Sólo Dios nos puede ofrecer el Don del Perdón para poderlo llevar a cabo
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B.2.- En verdad te digo: hoy mismo estarás conmigo en el Paraíso.
Con el buen ladrón, después de que le hablara desde el corazón. Sí, desde el corazón pues ya nada iba a perder, nada que aparentar y nada que ocultar.
Un alma desnuda frente al Alma desnuda de Jesús. Y va y reconoce sus andanzas y, tal y como es, un ladrón, tiene la valentía de la conversión: acuérdate de mí cuando estés en tu Reino. ¡Que bien supo “robarle a Dios el Reino de los cielos”.
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B.3.- ¡Mujer, he ahí a tu Hijo! ¡He ahí a tu madre!. Dios no te nombra por la afiliación que tengas, sino por lo que en verdad eres. No se dirige a su madre con el parentesco filial sino con la valoración que siempre hizo de la palabra Mujer.En las bodas de caná también se dirige a ella así: ¡Mujer, a tí y a mí qué!. Con María de Magdala( Magdalena): Mujer, has pecado mucho porque mucho has amado.
Y yo, ¿Soy un Ser o aún vivo del ego?.
Es en las segundas partes de sus frases cuando explica la relación que ha de haber: He ahí a tu hijo... he ahí a tu madre.
Sin duda alguna, por mucho que se ha dicho de que se estaba refiriendo a la Iglesia, estas palabras sólo se entienden desde la contemplatición: Su madre contempla y también Juan. Ambos estan en la presencia de Dios.
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B.4.- Dios mío, Dios, mío, ¿por qué me has abandonado?.
El vino a redimir y no a morir. Se encontró con la muerte y la muerte se le acercaba irremediablemente. Era la voluntad de unos hombres con mando.
Y Jesús se ve morir.
No es una parábola, no es una anécdota, no es un hecho que a última hora se verá liberado de ella.
Jesús se ve morir y...
Acude al Padre no con rebeldía, no con espavientos de recriminación. Es una pregunta que emana de lo más profundo de su Alma, del manantial de vida que lleva dentro.
Y Jesús-hombre se ve morir, sintiéndo que no le queda agua-viva en su interior. El manantial se ha secado.

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B.5.- ¡Tengo sed!
Por supuesto que, al estar ya casi sin sangre, está deshidratado y físicamente tiene sed; pero también había tenido sed con la Samaritana y fué Él quien le pidió de beber.
Ahora vuelve a tener sed: Sed de nosotros, sed del Padre, sed de sí mismo.
Decía un pensador:¡Danos la sed de Dios!
Tengo que ser franca, no sé si debo pedir tal oración, pero sí sé que en ocasiones he necesitado beber para saciar mi sed de verdad, de justicia y de misericordia.
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B.6.- Todo está consumado.
Muchas veces nos preguntamos que para qué hemos nacido. Y hay respuestas como: para ser hijos de Dios. Para vivir con todas las consecuencias que conlleva la vida...
Mi pregunta es: ¿Estoy consumiendo mi verdadera vocación?; es decir, ¿puedo decir ahora, con una mente fresca, carente de sentimentalismos que: Todo... absolutamente todo... lo estoy consumando?.
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B.7.- ¡Padre, en tus manos entrego mi Espíritu!.
La muerte está entrando dentro de su ser y Él la recibe con la misma actitud que tuvo en el Huerto de los Olivos: Se abandona (no se resigna) a la voluntad del Padre. Sin embargo, observo que ya no es tanto la voluntad de Dios, sino la voluntad de ese mismo hombre que entrega su espíritu al Padre (no olvidemos que la palabra ¡Abba! significa papaíto, así pues, a su Papaíto)
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Final:

Muchas personas me han dicho que qué pasó con el Silencio de Dios, que cómo un Padre puede dejar morir a su hijo y de esa manera.
El Silencio de Dios sólo se entiende desde el Silencio del Místico pues, en verdad, no hay palabras para explicarlo. Sin embargo, el silencio de Dios no significa carecer de palabras.
No, en todo este drama, Dios, silenciosamente, tiene la última Palabra. Una Palabra explosiva y perforante. El hablar de Dios se hace Hecho, se convierte en Acontecimiento Directo: La Resurrección.
Y, nosotros, creyentes y hombres de buena voluntad, por la Gracia de Dios estamos yendo también silenciosamente hacia Ella. Ella nos Espera como la última palabra de nuestro Papaíto
Abrazos y Feliz Pascua de Teresa


Publicado por Teresa Fdez de Córdova y Robayo

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